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Ya vienen los Reyes Magos…

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Hoy es la noche más mágica del año, al menos así la recuerdo desde mi infancia. Los niños, que aún no conocen el verdadero origen de sus regalos, miran alucinados las carrozas de sus majestades pensando, emocionados, que por la noche pasarán por su casa a dejar los presentes que con tanta ilusión han pedido en su carta.

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La carta, todo empieza en la carta. El ritual de escribir la carta y entregársela a uno de los pajes (a veces esperando largas colas) que la harán llegar a su destino, abre la veda al alubión de dulces que rodean la noche de Reyes. Y es que no hay paje que no regale una chocolatina, un caramelo o cualquier otro dulce a los niños. Que digo yo, ¿qué necesidad hay? ¿No es suficiente con recoger la carta y hacérsela llegar a Melchor, Gaspar o Baltasar? ¿O es que creen que si no dan “premios” los niños no se acercarían? No nos engañemos, estamos viciando la inocencia de los niños. Ellos no van (al menos en un principio) por conseguir una chuchería sino por el entusiasmo de que su carta sea leída por el rey elegido a tiempo para ver si cae alguno de los regalos que han pedido. Aunque claro, si los hemos acostumbrado a darles algo a cambio, resulta que ahora puede ser que no sepamos si les hace más ilusión la chuche o entregar la carta. Una lástima….

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Varios días después (rodeados de lo que todos ya sabemos que conllevan las fiestas navideñas), llega la tarde de la cabalgata. Todo el mundo sale a la calle a ver las carrozas desde donde los ayudantes reales reparten ilusión en forma de caramelos (en su mayoría, miles de kilos en cada ciudad), regalos (cada vez más) e incluso en algunos sitios jamones, chacinas y otras armas blancas… Recuerdo que hace varios años se puso de moda ir con paraguas y abrirlos al revés para coger más caramelos. La locura de a ver quién coge más caramelos, regalos o lo que tiren a veces es eso, una locura. Llenamos las bolsas, recogemos los que caen al suelo, aún a riesgo de ser abasallados, para ver quién recauda un botín más grande… botín que luego dura todo el año (y acaba acumulándose en forma de michelín) o acaba en la papelera.

La noche aún no ha terminado. Tras la emoción de haber visto a sus majestades y todo su séquito, hay que prepararlo todo para que los Reyes y sus camellos se sientan bien acogidos y nos dejen los regalos que hemos escrito en nuestra carta. En mi época, cuando las abuelas nos daban una copita de anís para entrar en calor, se solía dejar una copa de licor y un trozo de turrón, un polvorón o algunos bobones para cada rey, y agua y pan para los camellos. Más tarde, se cambió el licor y los turrones por leche y galletas, una opción algo más saludable y sobre todo de menos riesgo teniendo en cuenta que los Reyes deben “conducir” toda la noche para repartir regalos a todos los niños. Y ya se sabe que “si bebes, no conduzcas”. En resumen, que cuando yo era niña, sin saberlo, le estaba aportando nada menos que 600 calorías a cada rey, y eso sólo en mi casa. Imaginaros lo mismo en cada casa…. No quiero saber cómo llegaban a Oriente por la mañana, cuanto menos con una indigestión. Y por supuesto, a dieta todo el año para poder recuperar la forma y estar listos el próximo 5 de enero!

Existen otras opciones que podríamos elegir, si queremos mantener la tradición y hospitalidad que nos caracteriza a los españoles, más saludables, más eficientes y más digestivas (tengamos en cuenta que se llevan toda la noche recorriendo los hogares y comiendo…). Si te fijas en la tabla, entre las 4 opciones que he contemplado (sin duda, hay muchas más), las dos primeras serían justamente las que yo no elegiría, no tanto por sus calorías sino por su composición, mucho más pesada debido a la cantidad de grasas saturadas y menos eficiente por los azúcares simples de rápida absorción. Sin embargo, las opciones 3 y 4, que contienen grasas insaturadas, proteínas y/o azúcares de absorción lenta son una alternativa más saludable y apropiada para nuestros Reyes Magos.Alimentación dulces nutrición navidad Reyes

Respecto a los camellos, aguantan sin comer de 5 a 7 días, por lo que no creo que les pasase nada si no comieran esa noche. No obstante, comprendo la hospitalidad de los hogares, por lo que quizá sería más adecuado ponerles agua y algún tipo de hierba en lugar de pan, para que se sientan como en casa. Una vez que hemos preparado todo el refrigerio de nuestras ansiadas majestades, no hay que olvidarse de dejar los zapatos para que puedan dejarnos los regalos a cada uno.

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Y por fin llega el momento estrella: la mañana de Reyes. Los niños se despiertan temprano con la ilusión de ver qué han traído esos mágicos reyes. Se encuentran las bandejas de comida vacías (todos sabemos quiénes se la han comido…), incluso llenas de migas por las prisas. Y lo más importante, los regalos. Después de abrir todos los paquetes y de enseñar a todos los que nos han traído, se pone sobre la mesa el Roscón de Reyes… Nada menos que un bizcocho relleno de nata, cabello de ángel o trufa con fruta confitada. Y seguramente le acompañarán los turrones o polvorones que nos hayan sobrado de las fiestas…. Un desayuno bomba!!

Aunque pensemos que nuestros hijos no están prestando atención a las bandejas de comida que dejamos la noche anterior y que aparecen vacías por la mañana o al desayuno especial de este día, no olvidemos que somos un ejemplo a seguir para ellos y que aprenden de TODO lo que hacemos. Así que sé un buen ejemplo y piensa bien qué colocar este año en tu bandeja de comida… y en el desayuno, no sólo de hoy sino de todo el año.

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A pesar de todo, yo sigo manteniendo la ilusión de esa mágica noche, donde los ojos de los niños brillan con una luz diferente, los nervios no los dejan dormir y los padres disfrutamos como cuando éramos enanos. Que no se pierda la ilusión, en todos los sentidos…

«Disfruta de la vida, o al menos, come bien»

 

 

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